Como todos los mortales de ésta Lima
moderna, escandalosa y desordenada; termino sucumbiendo en la vorágine de la
navidad comercial. Es inevitable, tengo hijos pequeños, tengo que ser realista
y sincero... y en verdad lo llego a disfrutar… no sé si es por conseguir el juguete prometido
y ver la alegría reflejada en las sonrisas de mis hijos o porque en el fondo mi alma de niño se imagina que es para mí. Pero en algún momento mi voz interna llega a declamar todo lo que es correcto y cuál debería ser mi posición como adulto responsable y vuelvo a mi
posición original... claro una vez que los regalos esperados estén envueltos y puestos debajo del árbol navideño.
Sin embargo, hablando ya en general, Lima no siempre fue una sucursal de la navidad de Coca Cola, tampoco una ciudad donde los retails albergaban a más del aforo permitido. Antes se tenían algunas tradiciones y costumbres más allá de los regalos y la cena, que hemos venido perdiendo debido a nuestra siempre apurada y alborotada moderna forma de vida.
La navidad en el siglo XIX era una verdadera celebración religiosa, distinta a la que celebramos ahora.
"Todo el mes de diciembre y parte del mes de enero, eran de fiesta en Lima. El 7 comenzaban las ceremonias en homenaje a la Purísima Concepción. El 13, día de Santa Lucía, se sembraban los “triguitos”, indispensables en todo nacimiento; el 15 comenzaba la novena del aguinaldo, para la que en 1713 concedió indulgencia el Arzobispo Escandón; el 24, 25 y 26 eran festividades propias de la Navidad; el 28 se conmemoraba la Degollación de los Santos Inocentes; el 1 de enero se celebraba la Circuncisión; el 5 se paseaba con gran solemnidad el Estandarte de la ciudad, el 6 era la gran fiesta de Reyes, con paseo de alcaldes y cabalgata a la Pampa de Amancaes.” (José Gálvez -Estampas Limeñas)
Incluso el mismo 24 de diciembre, la reunión principal era en la Plaza Mayor en donde armaban una feria donde se ofrecían flores, dulces, conservas, juguetes y todo tipo de comida basta la media noche en que iniciaba la misa de Gallo en los diferentes templos de Lima, tal y como lo relata Ricardo Palma. Luego de la remodelación de la Plaza Mayor, en 1902 la feria fue trasladada al Parque de la Exposición y poco después fue desapareciendo.
La liturgia más importante de nochebuena, es la famosa la misa de gallo y la más concurrida en esa época era la que se daba lugar en Iglesia de la Merced en el jirón
de la Unión. Allí, las limeñas acudían a esta misa vistiendo mantillas, como en las
épocas virreinales.
En Lima se armaban famosos nacimientos, el más famoso de Lima “era el que se exhibía en el convento de los padres
betlemitas o barbones. Y era famoso por la abundancia de muñecos automáticos y
por los villancicos con que festejaban al Divino Infante.” (Ricardo Palma. El
mes de diciembre en la antigua Lima).
"En las casas grandes se invitaba a los amigos y relacionados para ver el nacimiento y había baile, cena y diversión de lujo. En los hogares pobres las gentes sencillas recibían ese día a todo el que quisiera ver el Nacimiento y se ponía a la puerta un platillo para recibir las limosnas para los “orines del niño” y después de las canciones de los villancicos, de los bailes, de las pallas –indios disfrazados abigarradamente- se armaba con arpa y cajón una jarana de esa de rompe y raja." (José Galvez-La Navidad Limeña)
Algo tan gracioso llamado “orines del niño” no era sino la chicha de
maíz que se utilizaba para brindar frente al nacimiento. Esta costumbre de visitar los nacimientos de cada hogar también se fue perdiendo con el pasar de los años.
Es recién en 1895 durante el gobierno de Nicolás de Piérola que se introducen muchas costumbres europeas como: el árbol de navidad, Santa Claus y la cena en casa y son costumbres que hemos conservado hasta nuestros días.
"Sobre el blanco mantel había una cena regalada, aunque humilde. Un lechoncito tostado al horno, con almendras y pimentones, holgado en hojas verdes de lechuga, plátanos; racimos de uvas pintadas, ácidas a la vista; una empanada de choclo dorada al fuego como joya de orfebre, y pan calientito. De la cocina llegaba el olor escandaloso de los chicharrones, humeaban los tamales en una fuente entre las marchitas hojas de banano y el ponche de agrás, oliendo a canela y nuez moscada, lucía en una jarra transparente. Además, rosas, claveles, jazmines, aromas y albahaca" (Abraham Valdelomar - Carta pascual)
En nuestra Lima de antaño no había navidad sin tamal y chicharrón, pero a partir de 1920 se difunde en las casas el consumo del pavo y en algunos el panetón que a pesar de ser una costumbre traída por los italianos residentes, fueron las panaderías chinas las que se dedicaron a fabricar en un principio éste pan navideño y es recién gracias a Motta y D'Onofrio que se inició la industrialización de éste producto y su popularización.
Otro dato simpático es que nuestro Papá Noel llegó de Francia y las primeras imágenes fueron difundidas en las postales y tarjetas navideñas. El
periodista Federico Larrañaga escribió en 1906 que Papa Noel había nacido en
París “entre un bosque de pinos nevados de la colina de Montmartre”.
Es a partir de 1930 que las costumbres limeñas de celebración se van perdiendo y las festividades se comienzan a parecer a la que conocemos actualmente. Una de las principales diferencias y creo yo la más notable es la forma popular de la celebración, familias enteras en las calles disfrutando, celebrando y compartiendo entre todos con actividades diarias y lugares para asistir. Celebración que se transformó en algo más privado, personal y familiar.
Yo disfruto mucho de pasar las navidades en familia, pero no dejo de pensar que el hecho de compartir las actividades en la calle y compartiendo con otros, también es divertido. ¿Uds. qué piensan?
Ernesto Polack.
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