En los años 70, llegó al puerto del Callao un barco ruso que era una librería itinerante, mi padre al enterarse no dudó un minuto y me llevó al puerto con él. Una vez allí, observé fascinado que una bolichera recibía a todas las personas interesadas para llevarlas al "gran barco", mar adentro.. Anteriormente me había subido a botes en nuestros paseos familiares en Pucusana; pero éste era un barco, un "gran barco", y esa era una gran experiencia para un niño de tan sólo seis años como yo.
En él, había diferentes salones. Cada uno estaba identificado por una bandera en donde las personas podían distinguir el idioma en que los libros estaban escritos. Los libros ocupaban todos los salones y venían principalmente de Europa. Mi padre y yo estábamos extasiados. Mi padre, que era compositor, solía comprar partituras de música clásica y aprovechó para comprar algunas en esa oportunidad. Luego, me llevó a una zona de cuentos infantiles, con la bandera de España. Ahí escogimos juntos diferentes cuentos, pero uno de ellos quedó grabado para siempre en mi memoria, como recuerdo inolvidable de aquel día.
El libro, "Masheka y el Oso" es un cuento popular ruso. Cuenta la historia de una pequeña niña que vivía en el bosque con sus abuelos y que pidió permiso para salir a recoger frutos con sus amigas. Mientras lo hacía se fue alejando sin darse cuenta y llegó a internarse en lo más profundo del bosque sin saber cuál era el camino de regreso. En el lugar más alejado del bosque encontró un casa y luego de tocar y llamar sin tener respuesta, decidió entrar. En esa casa vivía un oso solitario, el cual, al volver, se encontró cara a cara con la niña y decidió que no la dejaría partir jamás: Mashenka lo acompañaría y lo serviría por siempre. La niña, luego de pensar en diferentes formas de escape, tuvo una idea brillante. Le dijo al oso que iría a dejar unos pastelitos a sus abuelitos, para que no se preocuparan por ella. El oso, que no era tonto, le dijo que él mismo le llevaría los pastelitos y la niña accedió sugiriéndole que fuera rápido y que no se detenga, ya que ella estaría viendo desde lo más alto de un árbol que el oso cumpliera con su palabra. Sin embargo, la niña era muy asusta y se escondió dentro del cesto, colocando encima de ella los pastelitos. Cada vez que el oso quería descansar, con voz baja decía "Te veo, te veo, no descanses ni un ratito, lleva los pastelitos a mi abuelita, a mi abuelito". El oso asombrado de que la niña pudiera divisarlo desde tan lejos, no descansó y llegó lo antes posible a la casa de los abuelitos de Mashenka, dejó el cesto y salió corriendo. Es así como Mashenka pudo regresar sana y salva a su casa.
"Masha y el Oso" es el cuento moderno, pero para mí la versión original es una transportación al pasado, al recuerdo de mi infancia, en donde disfrutaba compartir momentos mágicos con mi padre... recuerdos de cuando yo jugaba a ser "el oso", disfrazado con la gigantesca bata roja de mi padre, y de las interminables aventuras con mi hermana pequeña... "Mashenka".
En él, había diferentes salones. Cada uno estaba identificado por una bandera en donde las personas podían distinguir el idioma en que los libros estaban escritos. Los libros ocupaban todos los salones y venían principalmente de Europa. Mi padre y yo estábamos extasiados. Mi padre, que era compositor, solía comprar partituras de música clásica y aprovechó para comprar algunas en esa oportunidad. Luego, me llevó a una zona de cuentos infantiles, con la bandera de España. Ahí escogimos juntos diferentes cuentos, pero uno de ellos quedó grabado para siempre en mi memoria, como recuerdo inolvidable de aquel día.
El libro, "Masheka y el Oso" es un cuento popular ruso. Cuenta la historia de una pequeña niña que vivía en el bosque con sus abuelos y que pidió permiso para salir a recoger frutos con sus amigas. Mientras lo hacía se fue alejando sin darse cuenta y llegó a internarse en lo más profundo del bosque sin saber cuál era el camino de regreso. En el lugar más alejado del bosque encontró un casa y luego de tocar y llamar sin tener respuesta, decidió entrar. En esa casa vivía un oso solitario, el cual, al volver, se encontró cara a cara con la niña y decidió que no la dejaría partir jamás: Mashenka lo acompañaría y lo serviría por siempre. La niña, luego de pensar en diferentes formas de escape, tuvo una idea brillante. Le dijo al oso que iría a dejar unos pastelitos a sus abuelitos, para que no se preocuparan por ella. El oso, que no era tonto, le dijo que él mismo le llevaría los pastelitos y la niña accedió sugiriéndole que fuera rápido y que no se detenga, ya que ella estaría viendo desde lo más alto de un árbol que el oso cumpliera con su palabra. Sin embargo, la niña era muy asusta y se escondió dentro del cesto, colocando encima de ella los pastelitos. Cada vez que el oso quería descansar, con voz baja decía "Te veo, te veo, no descanses ni un ratito, lleva los pastelitos a mi abuelita, a mi abuelito". El oso asombrado de que la niña pudiera divisarlo desde tan lejos, no descansó y llegó lo antes posible a la casa de los abuelitos de Mashenka, dejó el cesto y salió corriendo. Es así como Mashenka pudo regresar sana y salva a su casa.
"Masha y el Oso" es el cuento moderno, pero para mí la versión original es una transportación al pasado, al recuerdo de mi infancia, en donde disfrutaba compartir momentos mágicos con mi padre... recuerdos de cuando yo jugaba a ser "el oso", disfrazado con la gigantesca bata roja de mi padre, y de las interminables aventuras con mi hermana pequeña... "Mashenka".
Aquí les dejo el link del cuento original que encontré en internet y que estoy seguro ustedes y sus hijos disfrutarán.
Ernesto Polack
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